La trayectoria del académico es reflejo de su empeño por desentrañar las particularidades de los peces que viven en los ríos venezolanos, su comportamiento y, sobre todo, los peligros que corren ante la pesca indiscriminada, los derrames petroleros y la actividad minera

Para conocer la variedad de peces de la mayoría de los ríos en Venezuela, la referencia obligada es el doctor Antonio Machado Allison. Desde que obtuvo su título de biólogo en el año 1971, ha estado dedicado a la fauna de los sistemas acuáticos del país y de Latinoamérica a través del Instituto de Zoología y Ecología Tropical de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y de otras instituciones nacionales e internacionales.

La vida del doctor Machado, que ocupa el Sillón III de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela (ACFIMAN), está íntimamente ligada a la de su hermano Carlos Machado Allison, siete años mayor y quien comenzó a estudiar Medicina, pero terminó graduándose de Biólogo en México, como también lo haría un tiempo después su hermano en la UCV.

Fue su hermano Carlos quien con su interés por la ciencia despertó su curiosidad. “Él nos dio una clase de biología de microorganismos, sacándonos al patio del colegio, recogiendo agua de un pozo y viendo todos los protozoarios en un microscopio. Desde ese momento, empecé a interesarme en la biología. Después, cuando Carlos estudiaba Medicina, llevó unos cráneos y unos esqueletos a la casa, entonces mi hermano morocho y yo jugábamos con esos huesos”, relata el académico.

Al regresar a Venezuela y entrar a la UCV, se llevó una sorpresa al conocer que Carlos sería su primer profesor en la carrera de Biología. “Fue mi primera experiencia como adulto con mi hermano como profesor. Carlos ha sido mi mentor durante toda mi carrera, siempre ha sido mi ídolo en cuanto a perseverancia, continuidad y producción científica. Le debo mi interés por la ciencia”.

A sus padres, destaca el doctor Machado, les debe su afinidad por los aspectos sociales, “por las lecciones de moral que nos dieron”. También tuvieron influencia en su carrera, “los profesores que tuve en primer año de la universidad, que fueron y siguen siendo íconos de la institución, como son Claudio Bifano, José Vicente Scorza, Alonso Gamero, todos ellos con una visión extraordinaria de futuro y del país que queremos”.

Del basurero de Mariches a las grandes expediciones

Los primeros pasos como investigador los dio el doctor Machado de la mano del profesor Francisco Mago, quien lo aceptó como ayudante de técnico del Museo de Biología de la UCV. Allí llegó precisamente por recomendación de su hermano Carlos, quien un buen día le preguntó si le gustaría trabajar con peces. Y es que Mago necesitaba un asistente técnico de investigación, y nadie se atrevía a aplicar a esa plaza debido a la fama de estricto que tenía el científico y otros investigadores del Museo de Biología.

Antonio, como estudiante nocturno, acudió a la entrevista con Mago para comenzar a trabajar durante el día, bajo la supervisión de José Moscó, de quien sería su ayudante técnico. Allí comenzó una de las primeras tareas: ir al basurero de Mariches a recoger frascos de vidrio, lavarlos y utilizarlos para preservar los peces en el museo. “Ese fue mi primer trabajo, lavar frascos de la basura. Mago me dijo, tú eres el adecuado, porque aceptas ir desde el fondo de las cosas. Así empecé a hacer expediciones para buscar peces, principalmente en los Llanos de Venezuela, pero también a una expedición grandísima para el río Casiquiare y el Alto Orinoco que diseñó Mago”.

Recuerda, asimismo, las grandes expediciones para Perijá en Maracaibo; para el este del país, en el estado Sucre, y, por supuesto, hacia lo que ha sido su centro de atención: los llanos. De ahí surgió la idea de hacer la tesis sobre peces, así que estando en el octavo semestre comenzaron los viajes hacia esa zona del país para estudiar los pavones, “y con eso me gradué”, dice con satisfacción.

Un episodio sombrío marcó parte de la carrera del doctor Machado Allison: la intervención y el cierre de la UCV donde era empleado, condición que aprovechaba para entrar y trabajar en el Museo de Biología. Sin embargo, las autoridades interinas los botaron de la universidad a él y a su grupo de trabajo; fueron a dar al Acuario Agustín Codazzi, donde se quedaron trabajando hasta que pudieron volver a la universidad.

Reconoce en el profesor Mago a su mentor en ictiología, “gracias a él se logró el desarrollo de la ictiología moderna en Venezuela”. Además de Mago, especialista en peces de agua dulce, Machado menciona a Fernando Cervigón, especialista en peces de agua marina, como uno de los padres de la ictiología venezolana.

“Yo heredé ese legado, la colección de peces que hicimos crecer muchísimo, y ahí está. Se trata de una de las mejores colecciones de peces de América Latina, y se encuentra en el Instituto de Zoología Tropical, en el Museo de Biología”.

Entre el Instituto Smithsoniano y la Universidad George Washington

Pasados siete años de haberse graduado de biólogo, ya era tiempo de continuar su formación académica. Como en la Venezuela de los años setenta no había estudios de doctorado, aplicó y fue aceptado tanto en el Instituto Smithsoniano, en Washington DC, como en la Universidad George Washington. En esta última institución hizo su doctorado bajo la tutela de Stanley Weitzman, considerado el padre de la ictiología continental de América del Norte, y que estudiaba peces de América del Sur. Machado fue el primer estudiante latino aceptado por Weitzman.

En ambas instituciones fue aceptado gracias a las referencias de Mago y a las cinco publicaciones científicas que ya formaban parte de su carta de presentación, como su tesis de grado y las investigaciones sobre el estado de desarrollo y hábitos reproductivos del bagre. “Cuando entré en el laboratorio, Weitzman me abrió la puerta y me entregó su laboratorio. Yo era dueño y señor del lugar, y, por supuesto, todos los viernes teníamos seminarios, todas las semanas hacíamos discusiones, así que terminé mi doctorado sin ningún problema”.

Lejos de pensar en quedarse en Estados Unidos (EE. UU-) y desarrollar su profesión allá, sentía le necesidad de regresar a Venezuela para enseñar lo aprendido, dirigir trabajos científicos o mostrar a sus colegas y estudiantes sus nuevos conocimientos, y así lo hizo.

Muchos años después volvería a EE. UU. por otras razones, dice. “Una, porque ya no podía trabajar más en Venezuela; y otra, por las amenazas. Me ofrecieron trabajar aquí, en la Universidad Wesleyana, y me vine para acá”.

Anécdotas, descubrimientos y publicaciones

Explorar zonas remotas del país le dio al doctor Machado las herramientas para salir airoso de cada expedición. “Uno tiene que estar preparado para sacrificarse. El primer sacrificio que hacíamos era disponer de los viáticos que nos daban para pagar la expedición. Los profesores debíamos garantizar que la expedición funcionara, que todos pudiéramos comer bien, porque los viáticos de los profesores eran diferentes a los de los estudiantes y empleados”.

-¿Puede describirnos cómo era el trabajo de campo, explorar los lugares remotos de Venezuela?

– “Teníamos que estar dispuestos a aguantar calor, lluvia, mosquitos y hasta a pasar hambre. Teníamos un técnico que nos decía: ‘señores, coman cuando haiga’, porque salíamos de faena a las 5:30 de la mañana a pescar, y no sabíamos a qué hora íbamos a regresar. Mientras estábamos pescando no había nadie que preparara comida, a veces llegábamos a las 9 de la noche y lo único que teníamos en el estómago era una taza de café negro con un pedacito de arepa.

Gracias a la persistencia de Mago, Razeni y del mismo Carlos, sacábamos adelante el trabajo del Museo, que necesita especímenes y ejemplares para mostrar a los estudiantes. Logramos tener la principal colección de peces del país.

Colectamos peces en casi todos los parques nacionales, incluyendo La Neblina en el sur, frontera con Brasil; la Gran Sabana, también frontera con Brasil; el Cuyuní, frontera con Guyana. Bueno todo el país, pero todavía quedan regiones donde no hemos podido colectar peces, entonces no podemos indicar qué hay, y la velocidad con la que se está destruyendo el país desde el punto de vista hídrico es más rápida que el conocimiento que tenemos de los peces que viven ahí”.

Más de cien trabajos científicos publicados en revistas especializadas y una veintena de libros son parte de su haber intelectual, además, esos aportes se han traducido en el conocimiento de más de mil ejemplares que conforman la colección de peces del Museo de Biología de la UCV.

A lo largo de su carrera ha descubierto 25 especies de peces; de ellas, 5 especies de caribes, uno de los pavones, otro de los cíclidos y varios de un grupo que se conocen como sardinitas de agua dulce. Pero más allá de esos descubrimientos, cinco de esas especies llevan su apellido, como el Gladioglanis machadoi, el Hadrurochactas machadoi y el Creagrutus machadoi.

Gladioglanis machadoi (Cortesía www.planetcatfish.com)

La importancia de formarse para la gestión administrativa

Otro de los ámbitos donde el doctor Antonio Machado Allison ha dejado una impronta reconocida ha sido en los más de cincuenta cargos administrativos que ha desempeñado en diferentes instituciones científicas, como en el Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico (CDCH-UCV), Conicit (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas), Ministerio del Ambiente, Asociación Americana de Ictiólogos y Herpetólogos, Palacio de las Academias, entre otras.

Con esa experiencia habla acerca de la importancia de esas instituciones para las políticas científicas del país. En el Conicit, siendo el delegado del Consejo Nacional de Universidades (CNU), formó parte del directorio donde estaban representadas todas las fuerzas del país, y allí conformó equipo de trabajo junto a representantes de otras instituciones para establecer las comunicaciones entre ese Consejo, las universidades y Fundayacucho, y hacer un plan de becas completo y fortalecido de formación de profesionales de alto nivel, así como de todos los programas de desarrollo científico, de revistas científicas, de financiamiento de proyectos, de enfoque de prioridades.

Fue la época en la que surgieron las agendas de desarrollo, como la agenda petróleo o agenda cacao, con impacto social y la inversión de capital extranjero y de empresas privadas nacionales. De esas gestiones, explica, “surgió la formulación de la Ley de Ciencia y Tecnología, con la finalidad de que las empresas estuvieran asociadas con el desarrollo de la ciencia en Venezuela, por supuesto, tenía que haber un ambiente estable, de mucho intercambio de ideas para lograr lo que pudimos lograr”.

Minería, derrames petroleros y otras amenazas ambientales

Para el académico, la evaluación de la situación actual de la biodiversidad en Venezuela es un verdadero desafío, pues, a pesar de la Ley de Protección del Ambiente en Venezuela, la primera Ley de América Latina y una de las mejores que existen, según su opinión, no se justifica la falta de protección por parte de los organismos encargados de esta tarea.

“Nadie aplica la Ley de Protección del Ambiente; la guardería ambiental, que se supone es la Guardia Nacional, que debe proteger nuestros parques nacionales, no los protege, bien porque no tiene personal, no tiene fondos para hacerlo o sencillamente se hace de la vista gorda”, resalta.

Las amenazas son múltiples, explica. “Lo que está pasando en el arco minero del Orinoco es terrorífico, es una destrucción masiva. Después que la minería se hace un lugar, eso queda como si le hubieran lanzado una bomba. Hay fotografías de la zona, y se puede buscar la magnitud del desastre en SOS Orinoco. No solamente estamos acabando con la flora y la fauna, sino que también estamos envenenando a las comunidades indígenas, y todo por contrabandear un mineral que ni siquiera sabemos a dónde va, ni quién es el dueño, y tampoco se reparte la riqueza entre el pueblo, como dice el gobierno”.

Otro problema es el petróleo y su manejo por parte de gente inexperta, lo cual influye en que con frecuencia ocurran derrames de petróleo. “Los derrames envenenan la zona y acaban con la flora y la fauna, ya sea marina, cuando ocurre en el frente litoral, o sea en agua dulce, como ocurrió con el desastre en Monagas”.

Recuperar las universidades y estimular el estudio de las ciencias

-Hoy en el país parece haber un gran desinterés por estudiar carreras universitarias y mucho más, carreras de ciencias. Si tuviera la oportunidad de hacer propuestas para cambiar esta situación, ¿cuáles serían?

-“En primer lugar, tenemos que cambiar el sistema universitario como lo concebimos, pues ha sido concebido como un apalancamiento para avanzar en la escala social, eso es válido, pero no es lo único.

Necesitamos que las universidades ofrezcan una salida graduando en dos líneas: una que vaya como la universidad es tradicionalmente, a formar gente dedicada al trabajo de generar nuevos conocimientos, y la otra línea dedicada a capacitar gente para resolver problemas, en esa medida podemos preparar a una masa suficiente capaz de tomar las riendas del país.

También es preciso que los universitarios entendamos que no podemos sobrevivir únicamente con el presupuesto del Estado, pues, por muy rico que sea el Estado, la educación no es parte prioritaria de los planes del gobierno. No lo fue en la democracia y no lo será en la democracia del futuro tampoco. Entonces, las universidades tienen que dedicarse a buscar recursos, bien sea en la industria nacional, trabajando en su desarrollo con el apoyo de las universidades, y en fuentes internacionales para el desarrollo del conocimiento.

Si no desarrollamos una industria independiente, propia del país, no podemos salir de abajo. Pero para eso necesitamos que los estudiantes que están entrando a la universidad sepan, que al graduarse, van a tener trabajo”.

En cuanto al estudio de las ciencias, el doctor Machado considera que no hay jóvenes que quieran estudiar carreras científicas porque no hay oferta de puestos de trabajo para científicos. Comenta que los graduados en ciencias eran contratados por los ministerios, las ONG, pero la industria no tenía puestos de trabajo para ellos. Las únicas empresas, dice, que han requerido de biólogos, físicos, químicos o matemáticos han sido Polar e Intevep, y lamenta que ya en materia de petróleo no se hace investigación.

Conocer más de la biodiversidad venezolana

A pesar de que la realidad actual del país no estimula el optimismo, el doctor Machado habla de las potencialidades de Venezuela, de sus riquezas naturales y de la capacidad humana para aprovechar todos los recursos, especialmente para trabajar en la conservación y el desarrollo sostenible.

Destaca que Venezuela es uno de los 11 países del mundo y uno de los tres de América Latina, al lado de Colombia y Brasil, con la etiqueta de “megadiverso”, tanto por el tamaño como por las riquezas y los datos registrados.

“Tenemos la mayor cantidad de flora y fauna por metro cuadrado, lo cual tiene una enorme potencialidad, porque no hemos utilizado en casi nada nuestros recursos bióticos que tienen múltiples áreas de aprovechamiento, como en la medicina. Esa potencialidad está allí para ser aprovechada. Tenemos además, una inmensa capacidad para resolver problemas alimentarios”.

Sin embargo, dice, se necesita conocer esa biodiversidad, sus propiedades, y por supuesto utilizarla de manera sostenible, para que las nuevas generaciones puedan disfrutarla. “Que la biodiversidad no desaparezca, sino que sea sostenible en el tiempo, que nuestros nietos puedan disfrutar de un morichal, de un palmar, de una sabana, sin tener que estar preocupados por la contaminación mercurial de los ríos”.

También afirma que “a pesar del cambio climático, todavía tenemos un clima privilegiado en el país para producir lo que necesitemos, porque la seguridad alimentaria no se alcanzará si no alimentamos al pueblo con lo que está acostumbrado a comer. Necesitamos rescatar el café y el cacao, y para eso debemos garantizar el pago adecuado a los cafetaleros y a los cacaoteros, no podemos explotarlos”.

Por otro lado, menciona la extraordinaria costa pesquera, el mar Caribe que también tiene una cantidad de recursos extraordinarios para el desarrollo, con la posibilidad del impulsar la producción de energía eólica para generar electricidad.

Potencialidades hay, dice, y esperanza, por supuesto. “Somos una población resiliente e inteligente, no somos minusválidos. Y hay que enseñarle a nuestros gobernantes que la única manera de poder garantizar nuestro desarrollo es que nos permitan desarrollarnos, y que no nos den migajas, como techos de zinc para ganar elecciones. El país todavía no está completamente destruido; tenemos todavía una inmensa cantidad de recursos, y tenemos gente apta que quiere a su país. ¿Qué más esperanzador se puede ser?”.

El orgullo de pertenecer a ACFIMAN

Desde el año 2002, Antonio Machado Allison ocupa el Sillón III como Individuo de Número de la ACFIMAN. Su incorporación ha sido el reconocimiento máximo que cualquier investigador puede ostentar, dice orgulloso, mientras expresa su agradecimiento por “haberme soportado” como secretario de la Academia durante catorce años (2005-2019). Allí aprendió lo que no está en los libros, como, por ejemplo, cómo llevar adelante una corporación como ACFIMAN, con gente que califica como “extraordinariamente importante”.

Estando a dedicación exclusiva en la Academia, el doctor Machado seguía haciendo investigación; iba todos los días al Palacio de las Academias y en tiempo extra se dedicaba a la ciencia. No en vano se ganó el apodo de “secretario vitalicio”, pues además de estar al tanto de lo que pasaba en ACFIMAN, aprovechaba el acceso que tenía al resto de instituciones para asistir a las reuniones de las academias de Historia, de Medicina, de Ciencias Económicas y Sociales, de las Letras, y de Ciencias Jurídicas, porque consideraba que era su obligación saber qué estaban haciendo los demás académicos y entablar relación con los secretarios de las otras academias para ver cómo podían hacer mejor las cosas.

Durante el tiempo que duró su trabajo como secretario, y además de seguir haciendo investigación, hacía extensión y docencia, y también era el editor del boletín y de las publicaciones de la Academia. “Muchas veces el reclamo de mi esposa aparecía, pero bueno, ella me ha aguantado por 55 años y ha aceptado que eso no va a cambiar”.

Del amor y otros sentimientos

Los valores como el respeto, la solidaridad y la honestidad fueron inculcados a los Machado Allison por parte de sus padres y abuelos, quienes, a pesar de tener diferencias políticas, podían convivir, dialogar y hasta planificar temporadas en familia.

Fue una educación basada en hechos y en ejemplos de vida, dice. Cuando se sentaban a comer tenían que dejar el plato limpio; si dejaban algún resto en el plato, era seguro que en la siguiente comida ese resto iba a ser parte del plato.

Yo aprendí a coser medias, a tejer, a cocinar, porque mamá me decía que tenía que aprender de todo. Yo sé de tuberías, de electricidad, de albañilería, porque esa fue la manera como nos educaron”.

De su vida familiar cuenta, además, que “estuvimos muy involucrados con el Partido Comunista, con la Juventud Comunista, hasta que pelearon mi papá y mi tío. Entonces cada uno fundó un partido diferente. Mi morocho, Pedro Antonio, siguió con el Partido Comunista hasta que murió. A mi hermana Patricia, la mayor, le decíamos la generala. Era mi segunda mamá. Yo tuve que salir temprano de la casa de mis papás porque fui perseguido y preso, y cuando salí de la cárcel mi hermana me llevó a su casa para protegerme”.

Conoció a su esposa, Alicia, quien también es bióloga, el primer día que entró a la universidad. Tuvieron muchos años viéndose y compartiendo, eran amigos. Conocieron las parejas que cada quien tenía, y con los años se fueron entendiendo mejor, fueron novios y se casaron. Estudiaban y trabajaban. “Cuando yo me gradué ella estaba embarazada; no pudo graduarse en ese momento porque no había hecho la tesis y tenía que trabajar con radioactividad. Después me acompañó cuando hice mi doctorado en Estados Unidos, y fue aceptada en la misma universidad donde yo estudiaba para hacer su maestría, a pesar de no estar graduada, pero tenía ya todas las materias aprobadas. Se graduó en EE. UU. y cuando regresó a Venezuela se graduó de bióloga, o sea que ella es la única que obtuvo Maestría en Biología antes de obtener la Licenciatura”.

Antonio Machado Allison es padre de dos hijos, David Antonio y Elisa Cristina, ambos médicos cirujanos. David Antonio tiene muchos años trabajando en la Universidad de Michigan y ahora es subjefe de Trauma de la Universidad de California, en Los Ángeles. Actualmente, se encarga de la contratación de médicos que son parte de las minorías en Estados Unidos.

Elisa trabajó durante muchos años en el Hospital Guarenas Guatire, pero la situación tan precaria de la medicina pública la hizo retirarse. Ahora trabaja en centros de salud privados, donde atiende a personas de menos recursos. Hizo una especialización en medicina del trabajo, así que parte de su tiempo lo dedica a la asesoría médica en industrias.

Tiene cinco nietos, dos que son hijos de Diego Antonio y viven en Estaos Unidos, y tres hijos de Elisa, quienes viven en Venezuela y son tan estudiosos como su abuelo.

En este momento, Machado Allison trabaja en la Universidad Wesleyana, Connecticut, Estados Unidos, una universidad pequeña, de estudios liberales; su jefe es la persona con la que ha trabajado durante cuarenta años, y quien fundó una escuela de estudios ambientales.

Su deseo, a sus casi 80 años, es permanecer dando clases, haciendo investigación y aportando nuevos conocimientos a los estudiantes de postgrado que aún tiene en Venezuela, en áreas de Zoología Comparativa y Biogeografía.