Además de todos los problemas que ocasionan, hay muchas “ideas zombis” que en nada ayudan cuando de prevención y contención se trata. Aquí aclaramos algunas de ellas.

El 19 de abril de 2024, el Sensor Térmico del Espectrorradiómetro de Imágenes de Resolución Moderada (MODIS) de la NASA dedicó a Venezuela su “imagen del día”, pero los motivos no fueron para alegrarse. El satélite Terra había capturado “una espectacular imagen en color verdadero de los incendios forestales y el humo en Venezuela”. Según el Sistema Global de Alerta y Coordinación de Desastres (GDACS) -la iniciativa conjunta de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (ONU) y la Comisión Europea-, entre el 11 y 15 de abril un gran incendio forestal había quemado 5.069 hectáreas en el estado Bolívar, marcando así “la continuación de una temporada de incendios récord en Venezuela”, escribió la NASA, “comenzando y propagándose en los bosques secos, incluidos varios parques nacionales”.

Lo que hizo la Administración de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (EE. UU.) fue representar visual y numéricamente lo que millones de venezolanos han tolerado en primera persona durante los últimos meses: más de 9000 incendios entre enero y febrero de este año y más de 11000 sólo en el mes de marzo, de acuerdo con MODIS.

Así como afectan gravemente el ambiente y la vida, los incendios forestales dañan la infraestructura, generando cuantiosas pérdidas económicas. Sin embargo, no todo lo que se cree o se dice acerca de los incendios forestales se corresponde con la realidad.

MODIS/NASA

Combatiendo las “ideas zombis”

¿Qué es verdad y qué no? Érika Pedraza es ingeniera forestal egresada de la Universidad de Los Andes (ULA, 2006). Además, tiene una maestría en Desarrollo y Ambiente de la Universidad Simón Bolívar (USB, 2011), de cuyo Departamento de Estudios Ambientales es profesora en las áreas de ecología, suelos, desarrollo sustentable, ecología urbana y ecología humana.

En 2018, Pedraza fue uno de los autores líderes en el Primer Reporte Académico de Cambio Climático de Venezuela, elaborado por la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela (ACFIMAN) con financiamiento de la Embajada Británica en el país, a través de la Secretaría de Estado para Asuntos Externos y de Bienestar Común del Reino Unido. En concreto, participó en el “Capítulo 1.4. Ecosistemas Terrestres y Biodiversidad”, como parte del Grupo de Trabajo I. Bases Científicas del Cambio Climático (desde 2022, la ACFIMAN trabaja en la preparación del Segundo Reporte Académico de Cambio Climático, que se publicará en los próximos meses).

Para Pedraza, hay mucha información relacionada con los incendios forestales “que es mito, lo que yo llamo ideas zombis: la gente las repite creyendo que son ciertas, pero carecen de fundamentos, y gran parte se asocian al fuego”.

Mitos

1. Fuego es igual que incendio

La literatura disponible sobre el tema coincide en afirmar que el fuego es la reacción química (conocida como combustión) que se produce cuando una sustancia combustible (capaz de arder o quemar) se combina con oxígeno, desprendiendo energía (calor y luz) y manifestándose como incandescencia o llama. Si el fuego se propaga descontroladamente, pudiendo causar daños materiales y a la vida, se denomina incendio.

El modelo del triángulo de fuego o triángulo de combustión describe los tres elementos que se requieren para que se produzca fuego: material inflamable, agente oxidante (por lo general oxígeno) y energía de activación que suba la temperatura (calor). El fuego puede apagarse si se elimina alguno de ellos.

“Un fuego es una especie de quema controlada, mientras que un incendio se da cuando esa quema se escapa de nuestro control”, reitera la experta de la USB.

Clases de fuego

La Asociación de Protección contra el Fuego de EE. UU. clasifica los fuegos en Clases:

– A: en materiales combustibles comunes, como madera, tela, papel, caucho y plásticos varios.

– B: en líquidos inflamables, líquidos combustibles, grasas de petróleo, alquitrán, aceites, pinturas a base de aceite, disolventes, lacas, alcoholes y gases inflamables.

– C: involucran equipos eléctricos energizados.

– D: de metales combustibles, como magnesio, titanio, circonio, sodio, litio y potasio.

– K: en aparatos de cocina que involucran medios de cocción combustibles (aceites y grasas vegetales o animales).

Para combatir cada fuego hay materiales extintores específicos.

2. El fuego siempre es perjudicial

Las quemas controladas son fuegos que se realizan de manera deliberada para cumplir determinados propósitos.

Bien planeadas y bien gestionadas pueden ser increíblemente beneficiosas para el manejo forestal”, señala el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en su sitio web. Pueden ayudar a detener incendios forestales, pero también a prevenirlos. Durante las quemas controladas, se queman combustibles, restos de plantas y árboles muertos, “abriendo paso para que los árboles jóvenes y sanos y la vegetación prosperaran. Ese nuevo crecimiento a su vez soporta la vida silvestre de los bosques”.

Caso pemón

“Si hacemos quemas controladas disminuimos esa biomasa”, sostiene Pedraza. “Los indígenas pemones -que habitan en la Gran Sabana y el Parque Nacional Canaima del estado Bolívar- combaten incendios con fuego. Es una técnica increíble, pero no es fácil de aplicar porque tienes que saber muchísimas cosas, como el movimiento, la velocidad y la dirección del viento, la vegetación más acorde para la combustión, etc.”.

En el Parque Nacional Canaima, por ejemplo, se levantó la prohibición de quema controlada en 2015 tras un estudio de once años donde se demostraron los efectos benéficos del fuego para la biodiversidad y prevención de incendios forestales.

“Estas comunidades han logrado aprovecharse de los incendios mediante el uso de quemas intencionales y localizadas que les han permitido moldear su entorno, alimentar sus ecosistemas y mejorar sus condiciones de vida. Al aplicar una estrategia que consistía en disminuir la acumulación de maleza seca en zonas específicas como pastizales que podían arder fácilmente, estos fuegos controlados actuaban como una barrera e impedían que los incendios se expandieran en los bosques”, se lee en el sitio web de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Evidentemente, no todas las quemas controladas tienen nobles intenciones (la agricultura y las obras de construcción lo certifican). “No solo acaban con los árboles: matan y desplazan a la vida silvestre, alteran los ciclos del agua y la fertilidad del suelo, y ponen en peligro la vida y el sustento de las comunidades locales”, advierte WWF. Incluso, pueden salirse de control, como de hecho ha pasado.

3. Hay que temerle al fuego

La humanidad descubrió el fuego como herramienta hace más de un millón de años. El fuego no sólo permitió la cocción de los alimentos, aumentando así su valor energético y eliminando algunos parásitos, patógenos y toxinas de la dieta de los primeros seres humanos: también acabó con el sedentarismo.

Culturalmente evolucionamos con el fuego. En algún momento de la historia empezaron a mostrárnoslo como un enemigo, pero realmente no lo es. El fuego nos permitió dar un salto como civilización: hizo que nos volviéramos nómadas. Cuando empiezas a ver el fuego como a un aliado, desmitificas su uso”, explica Pedraza.

4. No hay incendios mientras está lloviendo

Es falso que no puedan desatarse incendios forestales cuando está lloviendo. “Claro que puede haber incendios con lluvia. La lluvia tiene oxígeno y el oxígeno aviva las llamas. Recuerda el triángulo de fuego”, dice Pedraza.

Aunque la vegetación puede arder en presencia de precipitaciones, hay un “punto de no retorno: una vez que hay mucha agua, se humedece el material combustible y disminuye el fuego causante del incendio, pero tiene que haber la cantidad de agua suficiente para que eso suceda”.

Se sabe que las condiciones meteorológicas cálidas y secas facilitan que los suelos se prendan en llamas; lo que no se tenía claro era si los incendios forestales incidían sobre el ciclo hidrológico. Resulta que sí: los incendios forestales pueden hacer que llueva menos. Según una investigación publicada en 2021 en Geophysical Research Letters, las partículas de humo crean nubes más densas y con gotas más pequeñas y apretadas, reduciendo las probabilidades de lluvia.

5. Las sabanas son bosques quemados por el ser humano

Algunas personas en Venezuela están convencidas de que las sabanas -el bioma de transición entre los desiertos y las selvas- eran bosques que las poblaciones indígenas transformaron con fuego. “Eso no es tan cierto”, aclara Pedraza. “Las sabanas estaban antes de que el fuego fuese usado por el ser humano”. En el caso de los pemones, se trata de “un conocimiento ancestral. Ellos saben los daños que puede causar un incendio forestal; por eso planifican las quemas”.

No obstante, en las sabanas, donde predominan las gramíneas -una familia de plantas de rápido crecimiento y altamente inflamable-, los incendios forestales se propagan más vorazmente que en otros sistemas ecológicos.

Los suelos de la Gran Sabana son poco resilientes: no tienen más de treinta centímetros de profundidad, así que no hay espacio para que las raíces puedan desarrollarse. También son pobres en nutrientes y poco fértiles. Cuando ocurren eventos de esta magnitud, la capacidad que tienen para recuperarse es muy baja”, alerta Pedraza. “Los efectos de que año a año se quemen van mucho más allá de la calima; los incendios van disminuyendo las propiedades de ese ecosistema”.

Realidades

Desmitificadas estas “ideas zombis” en torno a los incendios forestales en Venezuela, pasemos ahora a mencionar aquellos hechos que, además de ser posibles, son bastante probables.

1. Los incendios forestales en Venezuela no se originan por causas naturales

La inmensa mayoría de los incendios forestales que se suscitan en el territorio venezolano son de origen antropogénico, es decir, provocados por acción humana, ya sea intencionalmente o fruto de accidentes.

Las causas naturales más frecuentemente asociadas a los incendios forestales, como la radiación solar y la caída de rayos producidos por tormentas eléctricas (en especial carentes de lluvias), son inviables debido a la ubicación geográfica de Venezuela, explica Pedraza. Ni hablar de la actividad volcánica en un país sin volcanes.

2. Sin embargo, el clima influye…

“El cambio climático no afecta directamente, pero sí se correlaciona con los incendios forestales, ya que el aumento de la temperatura del aire y la disminución de la humedad relativa son variables que pueden afectar el comportamiento del fuego”, dice Pedraza. Asimismo, el cambio climático agrava el riesgo de los incendios forestales debido a las sequías cada vez más prolongadas, las tormentas secas y los fuertes vientos, según datos de la ONU.

Otro factor que influye en la temporada de incendios en Venezuela es el fenómeno de El Niño-Oscilación del Sur (ENSO). El Niño es un patrón meteorológico natural que eleva las temperaturas superficiales en el centro y este del océano Pacífico tropical, lo que desencadena un incremento de la frecuencia e intensidad de las lluvias. Su contraparte es La Niña, que corresponde a un enfriamiento de las temperaturas de la superficie en la misma región del océano Pacífico, induciendo efectos opuestos a El Niño, como la sequía. En Venezuela, El Niño causa sequías más intensas y lluvias más débiles, mientras que La Niña causa lluvias más intensas y sequías más débiles.

Viene La Niña

De acuerdo con un reporte del Centro de Predicción Climática de la Oficina de Administración Oceánica y Atmosférica de EE. UU. (NOAA), publicado el pasado 11 de abril, existe un 60 % de probabilidad de que se desarrolle La Niña entre junio y agosto de 2024. El último episodio se registró en 2022.

Estamos en la fase final de El Niño y va a empezar La Niña, confluyendo con la temporada de lluvias. Por estar situados en la Zona de Convergencia Intertropical -donde los vientos alisios del hemisferio norte se encuentran con los del hemisferio sur-, no recibimos los impactos directos de los huracanes, pero sí de las vaguadas, por lo que debemos esperar inundaciones, movimientos de masas de suelo y mar de leva”, acota Pedraza.

3. Chispas

¿Puede una chispa de electricidad generar llamas que se propaguen con rapidez y den paso a un incendio forestal? La respuesta es afirmativa.

“Cuando hay chispas por un poste de luz o un cortocircuito y estas caen sobre hojas secas y se encienden, entonces puede desencadenarse un incendio forestal, pero eso tampoco es una causa natural”, precisa Pedraza.

Para pensar y hacer

La ONU estima que, en el ámbito global, la contaminación atmosférica propiciada por los incendios forestales se asocia con 340000 muertes prematuras debido a problemas respiratorios y cardiovasculares.

Todos los biomas (bosques, sabanas, praderas, tundra) están en riesgo. “Cada año arden 370 millones de hectáreas en todo el mundo que emiten 1.800 millones de toneladas de gases de efecto invernadero. Los incendios forestales representan un 5 % de la tierra quemada, pero aportan más del 80 % de las emisiones de gases de efecto invernadero”.

Los bomberos son los llamados a controlar incendios y el Estado debe velar por el buen funcionamiento de los sistemas de vigilancia y la dotación oportuna de materiales y equipos de los cuerpos bomberiles, pero el ciudadano común también puede apoyar.

La primera recomendación de Pedraza es no quemar basura– “Si no hay alternativa, evitar hacerlo donde haya vegetación seca alrededor. Lo ideal es usar un contenedor de metal donde se apague el fuego una vez se consuma el material combustible”.

Si se encienden fogatas, es imperativo verificar que se hayan apagado completamente las llamas antes de retirarse del lugar.

En febrero de este año, un incendio forestal, el más mortífero en la historia de Chile (134 muertos y miles de casas destruidas), arrasó con las ciudades de Viña del Mar y Quilpué, en la costa del Pacífico chileno. Desde la Presidencia de esa nación se lanzaron acusaciones contra pirómanos, es decir, personas que sienten placer produciendo incendios. La piromanía es un desorden psicológico que debe ser tratado. En Venezuela no se conocen estadísticas piromaníacas, pero la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia.

Con Información de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales. https://acfiman.org/