“Los libros, caminos y días dan al hombre sabiduría”, dice un viejo proverbio. Para Arturo Sánchez Pineda, su primer evento canónico, ese que lo empujaría hacia la ciencia, fue toparse con el libro de texto La física en casa de sus abuelos. Tenía apenas once años. “Hablaba sobre cómo la física permea la industria y la sociedad. Me gustaba mucho”, recuerda. El segundo punto de inflexión para convertirse en científico fue el acceso a las computadoras: se inscribió en un curso de ofimática y aprendió a armarlas y desarmarlas y programación básica. Cuando empezó a estudiar el primer año del bachillerato, “ya tenía claro que las computadoras y la física eran algo que me quitaban el sueño”. Arturo es uno de los seis miembros del Comité Ejecutivo de la Red de Jóvenes Investigadores de Venezuela (RedJIV), impulsada por la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (ACFIMAN). Este tachirense se graduó de licenciado en Física y de ingeniero de Sistemas en la Universidad de Los Andes (ULA) de Mérida, mientras que su doctorado en Física de Altas Energías lo cursó en la Universidad de Nápoles Federico II en Italia. El único camino Estudiar ambas carreras (Física e Ingeniería de Sistemas) casi en simultáneo fue su fórmula para hacer compatible lo que le gustaba con lo que consideraba próspero y rentable. Lograr ese equilibrio entre el placer y el deber fue el principal obstáculo a vencer, “la presión entre algo que de niño veía como un juego y la necesidad de conseguir empleo ya de adulto, es decir, pensar en el futuro”, sostiene. El esfuerzo rindió frutos: formó parte del equipo de más de 5100 autores que descubrió el bosón de Higgs, conocida coloquialmente como “la partícula de Dios”, en el año 2012, mientras trabajaba en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, por sus siglas en francés) como administrador de sistemas del Experimento ATLAS del Gran Colisionador de Hadrones (LHC). En su familia no había científicos ni abundaban los títulos universitarios, pero “estudiar no era un camino, sino el único camino. Hasta el momento de mi grado como licenciado en Física en 2008, sólo un par de parientes por consanguinidad se habían graduado, incluyendo a mi abuelo que era topógrafo”, dice. Lo que nunca escaseó en su hogar fue “el sentido del trabajo”. Paciencia activa Hoy en día, Arturo es gerente de infraestructura en la startup inait AI en Suiza. Adicionalmente, coordina el hackatón hispanoamericano “CoAfina: Datos Abiertos en América Latina” y el Editatón de Wikipedia “Health for All” auspiciado por la Organización Mundial de la Salud (OMS, Ginebra) y la Universidad de Cornell (Florida, Estados Unidos); y participa en Creative Commons (Capítulos Venezuela y Suiza) y la Asociación Latinoamericana de Altas Energías, Cosmología y Física de Astropartículas (LAA-HECAP, por sus siglas en inglés) de Brasil. “Si tuviera que nombrar una aptitud ’especial’ para ser científico, diría que paciencia: con uno mismo y con el hecho de que las cosas suelen ser complejas. Conseguir un resultado positivo, si es que se consigue, toma tiempo. No me refiero a una paciencia pasiva, sino a la combinación de esperanza, esfuerzo y paciencia”, aclara. Para Arturo, formar parte de la RedJIV de la ACFIMAN es una manera de sentirse doblemente útil. Por un lado, “trabajar codo a codo con quienes fueron mis profesores, reconocer a nuestros científicos y seguir aprendiendo de ellos; ese respeto por la experiencia siempre me inspiró”. Por el otro, apoyar a las nuevas generaciones con ideas, información y oportunidades. “No debemos dejar de ser científicos, pero no podemos ser los estudiantes infinitos. Quiero creer que he convertido la ciencia en mi hobby”. Nota de prensa Navegación de entradas Inició el proyecto de ecoturismo para la conservación de la biodiversidad y mejora de medios de vida en Tacarigua de la Laguna Dra. María Eugenia Grillet participa en hallazgo de una nueva especie de mosquito capaz de transmitir la malaria